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Sentado tranquilamente o tendido en su lecho, en las horas de la madrugada, o en cualquiera hora durante el día, y antes de retirarse al sueño; con los ojos cerrados y la mente tranquila, mentalmente combine estos textos con el ejercicio respiratorio en la forma siguiente.
La energía vital que a cada instante inhalo, fortalece mi organismo, mi voluntad, mi pensamiento y purifica mi sangre que fluye libremente en mis arterias, venas y vasos capilares, estimulando la función reconstructora de mis células.
Hay en mi mente poder creativo, edificante, reconstructivo, propulsante, curativo, estimulante, persuasivo, dominante, que desarrollo cada día más, más y más con el estudio, el conocimiento y la aplicación constante y científica de las leyes inmutables de la naturaleza.
Mi alma se eleva, se satura, e ilumina y purifica en el espíritu de Dios, con fe, amor, bondad, humildad, comprensión, ecuanimidad, sabiduría, y me dispongo a servir con estos dones a la humanidad doliente, sin distingos de color, raza o credo.
Me supero día a día y me siento sano, eficiente, alegre, vigoroso, fuerte, física, mental y espiritualmente; y voy por el sendero complacido transmitiendo a otras mentes vigorosos pensamientos de doctrina fraternal.
Repita estos ejercicios el mayor tiempo posible (de cinco a diez minutos en cada sesión), con el intenso deseo de ver actualizado en la práctica lo que se indica en el texto. Al recitarlo, piense en que ya está en ejecución este maravilloso plan, para lograr afirmarlo y actualizarlo en la mente y en el subconsciente.
Info: jairo.narvaez@yahoo.es