"Por otra parte, si queremos liberarnos por nosotros mismos del sufrimiento, no debemos vivir del padecimiento y de la muerte que se ocasiona a otros seres animados, ni incorporarnos las impurezas y los bajos instintos que impregnan los cadáveres de las bestias."
"Desde el día en que un enfermo consiente en renunciar a la alimentación demasiado tóxica y sobreexcitante; a volverse sobrio, moderado en todo; a restituirse al cuadro de vida natural destinado al hombre por la Providencia; a economizar sus fuerzas, moderar sus deseos y cesar en sus despilfarres, todo cambia de inmediato. Las nociones de orden, de disciplina, de sabiduría y de sacrificio, penetran en su carácter. Su espíritu se purifica al mismo tiempo que su cuerpo. Siente por ello un alivio que le entusiasma, una resistencia física que decuplica su actividad, un vigor moral que enaltece su convicción, un deseo de vida clara y sana que lo renueva. Toda enfermedad curable desaparece así rápidamente, tan sólo por la transformación del terreno individual, porque todas las enfermedades no tienen sino una raíz: el mal estado general de las personas, que hasta entonces no habían sabido elegir, renunciar y progresar."
"Qué diremos, pues, de la medicina corriente, que bajo la máscara científica aumenta los sufrimientos de la humanidad, haciéndole creer que la química medicamentosa crea la salud y constituye el progreso........? Únicamente esta verdad que es la piedra de toque de la medicina sana: Un remedio que no hace al hombre mejor no es un verdadero remedio; un tratamiento que pretende curar sin que el individuo tenga que modificarse a si mismo y renunciar a sus pasiones y desordenados deseos, es un tratamiento falso diabólico."
PAUL CARTÓN (1875-1947) Médico Naturópata, Francés
De su obra "Bienaventurados los que sufren
Editado por: Tulio Narváez, Francia, y Jairo Narváez, Catalunya.